La bondad de los extraños
La bondad de los extraños
Cost de vida
Autoría: Martyna Majok
Dirección: Pau Carrió
Intérpretes: Julio Manrique, Pau Roca, Anna Sahun, Katrin Vankova
Lugar y fecha: La Villarroel (27/II/2023)
Algunas obras captan a la perfección el ánimo profundo de la sociedad que retratan. Ocurre con Cost de vida de Martyna Majok, dramaturga norteamericana de origen polaco. Texto de rasgos autobiográficos, como otros de la autora, que observa la realidad de Estados Unidos desde la distancia del inmigrante y la memoria de otra realidad con consciencia de clase. Lo más destacado del trazo crítico de su dramaturgia es descartar cualquier atisbo de épica, en sintonía con un tiempo y un contexto social que se expresan ante todo a través de la resignación solidaria. Supervivientes sin redes de apoyo expuestos a la accidental bondad de los extraños. Los ciudadanos errantes de Nomadland de Chloé Zhao.
La lectura escénica de Pau Carrió refleja con íntima precisión esa convivencia con la desesperanza. Vivir buscando el pequeño gesto de afecto o humanidad que salve el día. Un escenario más vaciado que vacío. Los mínimos elementos necesarios para situar al espectador en las dos historias paralelas que no siempre respetan la línea temporal. Un taburete es un bar; una bañera es casa y un peligro. Y unas cuantas cajas de cartón, testimonios de unas existencias en desmontaje. En el cielo un fino marco de luz y un artilugio para que entre en la sala, en todos los sentidos, el frío. Las interpretaciones también trabajadas desde lo nimio. Incluida la rabia y la desesperación. Siempre amortiguadas por una brizna de humor.
Julio Manrique (Eddie, camionero en paro) ya fija esa atmósfera de perdedores en su monólogo inicial, pero donde se exhibe es en la intimidad con Anna Sahun (Ani, su exmujer, tetrapléjica por un accidente). Ese tocar los dedos por su brazo como un piano de piel. Espléndida también la naturalidad de Katrin Vankova (el descubrimiento de esta función en el papel de Jess, licenciada por Princeton y persiguiendo cualquier trabajo que la saque de la precariedad) y ese mapa de emociones que aflora en su rostro sin decir palabra.
Quizá los tres tocados por esa pulcritud crónica de nuestro teatro incompatible con la costra de la pobreza. Pau Roca (John, investigador universitario sin problemas económicos, en silla de ruedas por una parálisis cerebral y con un ácido sentido del humor digno de Pablo Echenique) será quizá la oportunidad para Jess. La esperanza de un sueldo y una relación. Dos personajes con disfunciones físicas que Sahun y Roca han trabajado con esmero para compensar la petición expresa –que no requerimiento– de la autora para que se haga un esfuerzo inclusivo. Solicitud atendida en otros montajes. Carrió es tan consciente de que la decisión tomada aquí se aleja de ese deseo que rompe explícitamente la identificación entre personaje e intérprete haciendo que entren y salgan de su rol ante el público.